LIMPIANDO LA SOMBRA
DE LA SEXUALIDAD
El anhelo del ser
humano hacia lo transcendente, hacia algo más que lo meramente captado por los
sentidos materiales ha sido una constante en su historia. Se le ha llamado Dios,
Espíritu, Ser... y se han fabricado innumerables doctrinas, tradiciones y
religiones con el fin de acercarnos a Eso. Pero el acercamiento a Eso siempre ha sido esquivo y después de
miles de años, observando la humanidad actual, no parece que hayamos avanzado
mucho. Y es que ese acercamiento, la realización del Ser, contiene una verdadera
paradoja, un Koan, como diría el Budismo Zen. El Ser está más allá del cuerpo
pero es el cuerpo mismo. Tenemos que trascender este mundo desde el mundo mismo,
debemos dejar atrás la mente desde la mente misma, tenemos que ir más allá del
cuerpo desde el cuerpo mismo.
Esa es la paradoja,
no podemos rechazar ninguna de nuestras partes, pues como decía Jung, todo aquello que se rechaza se
convierte en nuestra sombra que nos domina desde las profundidades del
inconsciente. Y aquello que no se hace consciente se manifiesta en nuestra vida
como destino. Y así es, lejos de haber transcendido la sexualidad nuestra
humanidad está obsesionada con ella. La humanidad ha creado una gran sombra
inconsciente sobre la sexualidad. Y más aun, sobre el cuerpo mismo. No tenemos
más que mirar a nuestro alrededor para ver hasta que grado la sexualidad y el
cuerpo dominan nuestro mundo. Desde la represión salvaje que lleva a lapidar y a
asesinar en su nombre, hasta la continua y banal presencia en los medios de
comunicación, publicidad, cine... Desde la obsesión por la imagen corporal que
lleva a las personas a someterse a atrocidades quirúrgicas, hasta la enfermedad
que dolorosamente marca nuestra realidad social. Distintas caras de una misma
moneda. La expresión de esa enorme sombra que hemos creado sobre el cuerpo y la
sexualidad.
Todos los maestros,
todos los santos que han renegado de su sexualidad en aras del Espíritu, han
dejado a su marcha una gran sombra sobre la Tierra, sobre el inconsciente
colectivo humano. No es posible llegar al Ser apartando el cuerpo, porque como
decía, el Ser es el cuerpo mismo. Podremos salirnos fuera del cuerpo, ir a otros
mundos mentales, siempre ilusorios, pero nuestro trabajo de unir el Cielo y la
Tierra, de llevar la conciencia del Espíritu a la materia, quedará pendiente. Y
ese es el trabajo del ser humano. El ser humano es un puente entre las
dimensiones de la Tierra y el Cielo, entre la densidad de lo material y lo
espiritual. Y la sexualidad es la energía básica ligada a la materia. Todo en
este universo es sexual. Realmente la sexualidad es la energía que se nos ha
dado para unir la Tierra y el Cielo, lo femenino y lo masculino.
Y es que ese "algo
más" que el ser humano siempre ha percibido como "algo más allá", esta aquí y ahora. No está fuera de nosotros,
en algún lugar lejos de aquí, si no que se encuentra profundamente enraizado en
cada partícula de aire, en cada grano de arena, en cada célula, en toda la
naturaleza que nos rodea, en aquello que siempre hemos pensado que era su
opuesto, en la materia. Se encuentra
"más allá" de nuestra percepción mental ordinaria, pero se encuentra
profundamente enraizado en nuestro propio cuerpo.
En su ilusión
mental, el ser humano ha intentado siempre huir de su realidad material y ha
creado una verdadera esquizofrenia en su conciencia. Nos debatimos entre los dos
polos creados por nuestra locura mental. Una gran atracción por el cuerpo por un
lado y por otro la creencia inconsciente de que el cuerpo, lo material, es
opuesto al Espíritu. No nos damos cuenta que esa gran atracción que sentimos por
el cuerpo, expresada en su dicotomía sexual hombre-mujer, no es ni más ni menos
que la atracción por el Ser que se expresa a través del cuerpo. De alguna forma
a través del cuerpo estamos vislumbrando el Ser. Esa sería la verdadera razón de
la atracción corporal, plasmada primordialmente a través de la energía femenina
como energía ligada a la Tierra. William Blake lo recogía poéticamente cuando
decía, "el cuerpo desnudo de una mujer es un trozo de eternidad demasiado grande
para los ojos de un hombre...". Esta percepción es completamente inconsciente
para la mayoría de las personas, quedándose en una más o menos grosera expresión
de ese impulso que llamamos sexual.
El Tantra es un
conocimiento ancestral, un camino espiritual ligado al Yoga, que lejos de
apartar la sexualidad, la integra y la utiliza como vía de desarrollo de la
conciencia. Olvidada por siglos, la visión del Tantra se nos presenta hoy como
una aportación fundamental para la sanación de nuestro mundo.
Hoy en día es
crítico que el ser humano de un salto; un salto radical para pasar de la
experiencia de la conciencia basada en la mente-ego-emoción a la conciencia del
Ser. Y en este cambio radical es imprescindible liberar toda la energía atrapada
en la sombra de la sexualidad y la vía del Tantra nos traza el camino para una
poderosa transformación.
El ser humano es un
canal de energía entre lo material y lo espiritual. Tradicionalmente este canal
energético se ha dividido en siete chacras, los tres inferiores ligados a las
dimensiones materiales e inconscientes y los tres superiores ligados a la mente
superior y a la conciencia espiritual. En el medio, el chacra del corazón,
conocido en la mayoría de las tradiciones como "la puerta del alma". La energía
del corazón es la energía de la aceptación, de la entrega, de la unión frente a
la separatividad. A partir del chacra del corazón dejamos atrás el ego y pasamos
a la conciencia de fusión, de unión con lo que nos rodea. Más abajo estamos
separados y nuestra experiencia es la experiencia de la mente-ego-emoción, la
lucha, el control, el sufrimiento. La experiencia del Ser comienza a partir del
chacra del corazón. El camino de los chacras es además el camino de la unión de
nuestras dos polaridades, femenino y masculino, en nuestro
interior.
En el Tantra la
pareja eleva el fuego interno, la energía sexual a través de los diferentes
chacras, para llegar a la experiencia de la fusión en el corazón y de la
disolución en el chacra de la coronilla. En el proceso, la pareja se "hace uno",
para disolverse después en la experiencia de unión con todo.
Para esto deberemos
olvidarnos de todos nuestro conceptos y creencias aprendidos hasta ahora, y
sobre todo, olvidarnos de nosotros mismos al acercarnos a una relación sexual.
Dejar a un lado nuestras expectativas, nuestros miedos y nuestra mente y
acercarnos a la experiencia sexual con una actitud de entrega. El fin del acto
amoroso no es llegar a orgasmos más o menos placenteros. El fin del acto amoroso
es ir más allá de nuestro ego y fundirnos con el ser que tenemos delante. No
buscando objetivos a los que llegar y enfocándonos en el sentir desde el primer
momento, abriremos la puerta a que la magia aparezca.
La sexualidad
ordinaria es una sexualidad basada en el ego, en la autosatisfacción, donde la
energía se queda "taponada" en los chacras inferiores, potenciando la mente y la
emocionalidad y por lo tanto la separatividad. Por eso es normalmente una vía de
separación en la mayoría de las parejas. Lejos de integrarse lo femenino y lo
masculino como experiencia interna, se abre una brecha cada vez mayor entre
hombre y mujer. La sexualidad tántrica es una sexualidad de unión, en lo interno
y en lo externo, femenino-masculino, hombre-mujer, ser humano con el
mundo.
Publicado por Jesús Gómez (Keshavananda) en
la revista "Verdemente", Octubre-2002.
El presente texto se puede divulgar por cualquier medio siempre que se haga referencia a la fuente de origen y a su autor
No hay comentarios:
Publicar un comentario